Una estrategia de mantenimiento eficaz suele combinar el mantenimiento preventivo y el correctivo, equilibrando las acciones proactivas para evitar problemas futuros con las acciones reactivas para solucionar problemas inmediatos. Esto permite una gestión más eficaz de los equipos, garantizando su disponibilidad y fiabilidad a lo largo del tiempo, además de evitar paradas demasiado prolongadas en las líneas de producción.
El mantenimiento preventivo y el correctivo son dos tipos diferentes de enfoques para la gestión del mantenimiento de equipos y sistemas industriales.
El mantenimiento preventivo consiste en acciones sistemáticas y programadas destinadas a evitar fallos y averías en los equipos. Estas acciones se llevan a cabo antes de que surjan los problemas, basándose en un plan de mantenimiento predeterminado. El principal objetivo del mantenimiento preventivo es maximizar la fiabilidad y la vida útil de los equipos reduciendo el riesgo de fallos inesperados. Incluye actividades como inspecciones periódicas, lubricación, sustitución de piezas desgastadas, calibración y limpieza.
Por otro lado, el mantenimiento correctivo tiene lugar después de que se haya producido un fallo o mal funcionamiento del equipo. En este caso, el mantenimiento se realiza para corregir el problema y devolver el equipo a su estado funcional original. El mantenimiento correctivo suele ser reactivo, ya que se realiza en respuesta a un fallo o mal funcionamiento. Puede implicar la sustitución de piezas, reparaciones, ajustes u otras intervenciones para resolver el problema y permitir que el equipo vuelva a funcionar con normalidad.
Ambos enfoques tienen su importancia en la gestión del mantenimiento. El mantenimiento preventivo ayuda a evitar averías y a reducir los costes de reparación, mientras que el mantenimiento correctivo es necesario para hacer frente a averías imprevistas y garantizar que los equipos se reparen correctamente y lo antes posible.